Cuando se habla de economía, uno de los retos más formidables es propiciar un cambio en la estructura social. En el caso de México el reto que asumió la llamada cuarta transformación al asumir el poder en 2018 era simple, claro y directo, abatir la pobreza.

México se encontraba en una paradoja, siendo un país inmensamente rico, con abundancia de recursos naturales y una ubicación estratégica, se había convertido en una fabrica de pobres.

Las políticas de los gobiernos neoliberales contribuyeron de manera enorme a esa realidad, comenzando por la contención de los sueldos a partir de una visión que incluía mantener bajos los salarios mínimos para según los gobernantes atraer la inversión al país, pretendiendo que con la oferta de mano de obra barata la economía crecería.

Ya hemos dicho en este espacio que a los gobernantes del periodo 1982 a 2018 no les importaba la gente, y condenaron a varias generaciones de mexicanos a la miseria y a la marginación, propiciando con ello fenómenos sociales muy negativos, como la delincuencia, la prostitución, la emigración masiva a los Estados Unidos y la descomposición del tejido social.

El caldo de cultivo de la crisis de violencia que hoy poco a poco comienza a apagarse, era la tormenta perfecta y ahí está la explicación de por qué en diversos lugares del país han proliferado grupos criminales.

Al cancelarse la movilidad social a partir de la perspectiva de grupos de población del estrato económico bajo de salir adelante a partir de estudio y mucho trabajo, la opción apareció clara: dedicarse a actividades ilícitas o conformarse con las escasas opciones a la mano.

La filosofía de la 4T planteó desde un principio acabar con eso, anulando la visión del periodo neoliberal e incluso argumentando con su frase de batalla “por el bien de todos, primero los pobres”, para dejar claro que su visión y claro está su mercado político-electoral son las clases populares.

Pero más allá de todo eso, creo que un gobierno que no ve por su gente, independientemente de su concepción social y económica, y que se dedica a defender intereses privados, o peor aún, del extranjero, es un gobierno que traiciona a su país.

México llegó a ser el país de toda América Latina con los salarios más bajos, por debajo aún de Haiti y de las naciones centroamericanas que siempre se nos dijo eran por sus desventajas más pobres que nosotros.

Los gobiernos del PRI, traicionaron a la base social que los llevó y mantuvo en el poder por casi 90 años y los gobiernos patronales del PAN lo único que hicieron fue corresponder con su visión y origen.

La perdición del viejo régimen del PRIAN, al final de cuentas está relacionada con el abandono de la población y el ensanchamiento en su momento de las diferencias entre los ricos, los super ricos de México y la clase trabajadora. Vamos incluso la clase media estuvo a punto de desaparecer al calor de las crisis sexenales, que distinguieron a esa fase de la historia política en México y que llevaron a los grupos más reaccionarios al poder.

Así México se perdió en 4 décadas en una espiral de corrupción, injusticia social, empobrecimiento de su población y saqueo de parte de la clase gobernante.

Hay todo un principio y concepción incluso filosófica alrededor de las prioridades definidas en su momento por Andrés Manuel López Obrador y hoy sostenidas por su sucesora Claudia Sheinbaum, como son el combate a la corrupción, la creación de programas de transferencia como son los programas sociales y la política salarial de alza.

Justo ayer en Palacio Nacional la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo rememoro el que es quizá el dato más extraordinario de esta etapa en México, el hecho de que el mismo Banco Mundial reconoció que durante el sexenio (entre 2018 y 2023) de López Obrador 9 millones 500 mil personas salieron de la pobreza, y aunque no existe una estadística oficial al momento, se sabe que al menos otros 4 millones de personas lo han logrado del 23 a la fecha.

Foto: Juan Carlos Buenrostro/Presidencia

En ese contexto cobra especial importante el impacto que tienen los programas sociales, que es la estrategia para poner dinero en manos de los más pobres y vulnerables, incorporarlos a la economía de consumo y ademas fortalecer la economía por la vía del mercado interno.

Sheinbaum Pardo, resaltó que los Programas para el Bienestar representan una inversión social en 2025 de cerca de 850 mil millones de pesos; habrá que añadir la lógica de los salarios, que hace unos días revisamos en este espacio y que ya permiten presumir que México no es al menos el último lugar en América en cuanto a ingresos promedio. A eso hay que agregar las reformas laborales que equilibran las cosas para que la clase trabajadora mejore sus condiciones de vida paulatinamente.

La presidenta como se sabe, comprometió 3 nuevos programas sociales, en este caso la pensión para mujeres de 60 a 64 años, la Beca Rita Cetina y el programa de Salud Casa por Casa, lo que permitirá en el corto y mediano plazo, sacar de la pobreza a las mujeres, un asunto particularmente relevante, pues de entre los pobres, quienes padecen mayormente la marginación son justamente las mujeres, que encima deben cargar con la doble jornada y responsabilidad de obtener ingresos de donde sea y además atender las necesidades de sus familias.

Hay a la fecha casi 9 millones de derechohabientes de esos programas de bienestar y pronto (con la incorporación de casi 3 millones de mujeres) este número alcanzará los 12 millones.

Se proyecta que en 2026 la inversión social del gobierno de Claudia Sheinbaum represente un billón de pesos que se entregarán de manera directa a cerca de 30 millones de familias mexicanas, mejorando su calidad de vida e impulsando la economía nacional, por lo que se estima que el próximo año disminuya aún más la pobreza.

Al final de cuentas estamos en el año 7 de la transformación y si hacemos las cuentas de manera correcta, entenderemos que el gobierno de la 4T es sumamente exitoso, corresponde con su visión de atender a su base social y eso es lo que tiene tan desconcertados a los opositores, que siguen sin entender (justo a 7 años de su derrota) cómo es que el movimiento de AMLO y Sheinbaum les ha pasado por encima y cómo es que el pueblo de México y por lo tanto los votantes, no quieren que regresen nunca más.

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