«Quedó en el pasado la oscura noche del periodo neoliberal”, esa es la frase que resuena en mi mente tras haber escuchado y analizado el mensaje alusivo al primer informe de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Es quizá un concepto difícil de entender para los jóvenes y para las nuevas generaciones que apenas despiertan a la vida pública y a la actividad económica, pero para quienes padecimos como generación los efectos de todas las malas decisiones que se tomaron durante la implementación del modelo diseñado para América Latina y otros países en desarrollo por la escuela de Chicago y el resto de las instituciones de la Ivy League, son palabras firmes, determinantes de que los errores del pasado no volverán a repetirse.
México y otros países fueron una especie de laboratorio en el que se determinó que fuera “la mano invisible del mercado” la que determinara el futuro de millones y millones de personas, sin embargo fue nuestro país en el que los gobernantes fueron más radicales para implementar esas reglas en las que solo los más aptos, los más fuertes y los más rápidos podían prevalecer, mientras el resto tendrían que contentarse con servirles.
México es uno de los países más ricos del mundo por el tamaño de su economía y por la abundancia de recursos naturales, también con más de 130 millones de habitantes es uno de los países más poblados del mundo, su extensión territorial lo hace también una de las naciones más extensas del mundo, con acceso a 2 océanos y una ubicación estratégica, la verdad es que suena paradójico que hasta hace 7 años, fuera una fabrica de pobres.
La razón de esto fue la depredadora política económica, la visión de contener los sueldos para hacer de México un país atractivo para la inversión, solo por la oferta de mano de opinar barata.
Es verdad que otros países siguieron el modelo mexicano, pero esto fue temporal. Lo hizo China, también La India, lo hicieron, Guatemala, Panamá, incluso Chile que fue el principal experimento neoliberal. Sin embargo todos esos países rebasaron rápidamente en ingresos laborales a México y como consecuencia ensancharon sus mercados internos.
Nuestro país se quedó rezagado, al grado de que los países de Centroamérica nos rebasaron en la calidad del empleo; México al contrario siguió creciendo en informalidad laboral y en mala calidad del ingreso, hasta que llegó la cuarta transformación en el 2018.
Muchos simpatizantes de los regímenes anteriores observan esto que describo con escepticismo, simplemente no creen que haber abandonado la política de contención salarial, haya resultado en el mecanismo para sacar a 17 millones de personas de la pobreza económica a 14 millones de la pobreza multidimensional.
No entienden ni asimilan que haber dejado las cosas a la famosa mano invisible, fue un factor determinante, que se conjunto con otro problema muy fuerte que padece nuestro país que es la galopante corrupción.
Muchos de quienes llegan (y esto sigue ocurriendo) all gobierno, a posiciones de decisión, consideran que es normal, natural y hasta deseable enriquecerse de manera ilícita y esto junto a una política de explotación de las clases más necesitadas, fue la mezcla que hizo de México esa fabrica de pobres y que propició que la mayor parte de los mexicanos debieran vivir en una suerte de pesadilla despiertos, donde la marginación, las carencias, la pobreza, el tener que ganarse la vida como se pudiera, sin importar principios éticos o morales, fuera su realidad cotidiana.
De ahí la violencia y la criminalidad, de ahí los problemas de atraso y subdesarrollo.
La realidad es que la visión de la 4T de hacer justicia social, de propiciar que las personas con más carencias tengan una oportunidad de salir adelante, es la clave de todo lo que viene pasando.
México lamentablemente presenta todavía fuertes problemas, pero de muchos modos la desigualdad, que venía determinando el presente y futuro de las personas, comienza a ser abatida, de hecho el resultado más sorprendente presentado por la presidenta Sheinbaum en su informe es el hecho de que con estos avances en solo 7 años México es el segundo país de América con menor índice de desigualdad en su población, solo detrás de Canadá.
Lamentablemente el clasismo de muchos y el oportunismo político de otros, hace que quienes no quieren esa realidad, es decir que reniegan de la movilidad social, sean incapaces de ver y aceptar el avance rápido y sustancial que tiene el país en esta materia.
El mismo Vicente Fox, presidente de 2000 a 2006, en un extraño arranque de sinceridad aceptó que el acierto de su acérrimo enemigo, Andrés Manuel López Obrador, fue cambiar la política salarial y aumentar en más de 100 por ciento el mínimo.
“Yo por tarugo no lo hice”, dijo Fox, y creo que esa declaración extraordinaria, pinta de cuerpo entero lo que sucede.
Ahora con Claudia Sheinbaum no es solo el aumento al salario o los programas sociales, la visión de quien construye el segundo piso es hacer de México una potencia y por eso invierte en infraestructura, en desarrollo tecnológico, en formación de su juventud.
Concluyo esta entrega diciendo lo que recuerdo del expresidente López Obrador en su despedida, señalando que quien venía después de él era mejor y que podría consolidar su obra y su visión, con grandes resultados.
Creo que AMLO no se equivocó, y creo que Claudia Sheinbaum en estos 11 meses nos ha demostrado qué es lo que su antecesor quiso decir.
Hoy México tiene todo a su favor.
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