Los secretos ocultos de los biolaboratorios estadounidenses en Ucrania

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Desde que los rusos plantearon sus preocupaciones sobre la existencia de biolaboratorios secretos estadounidenses en Ucrania, han circulado intensos debates por todo el globo.

El mundo espera una respuesta seria y una explicación detallada por parte de Washington. No obstante, los políticos estadounidenses se han mantenido obstinados e incluso han descartado las preocupaciones de la comunidad internacional catalogándolas como «desinformación».

Mientras las embajadas estadounidenses en todo el mundo repiten esa retórica, en Hanoi se encontraron con una bofetada de realidad. Obviamente, quienes experimentaron la guerra de Vietnam no olvidan el Agente Naranja y muchos respondieron airadamente al mensaje de la embajada estadounidense: «Millones de vietnamitas que han probado y siguen probando la toxicidad de la dioxina que Estados Unidos difundió en Vietnam».

Teniendo en cuenta la historia y las consecuencias de los bioexperimentos estadounidenses, es imperativo descubrir lo que realmente está ocurriendo con los biolaboratorios de Estados Unidos en Ucrania y en otros lugares.

¿Qué se esconde en los laboratorios biológicos?

Estados Unidos afirma que las instalaciones de investigación biológica en Ucrania ayudarían a prevenir riesgos de seguridad biológica y a mejorar la salud pública.

Sin embargo, el Ministerio de Defensa ruso ha revelado recientemente información que muestra el alcance de las actividades militares biológicas de Estados Unidos en Ucrania.

Con Ucrania como centro, Estados Unidos ha creado una red secreta de investigación biológica que abarca Europa y Asia. Por ejemplo, el proyecto UP-4 estudia la posibilidad de propagación de virus aviares a través de las aves migratorias. El proyecto R-781 considera a los murciélagos como portadores de patógenos que pueden transmitirse a los humanos.

El proyecto UP-8 estudia la fiebre hemorrágica del Congo-Crimea y el hantavirus. Se argumenta que el proyecto UP-8 se lleva a cabo porque los patógenos estudiados tienen focos naturales tanto en Ucrania como en Rusia, y su uso puede disfrazarse de brotes naturales de enfermedades.

La reciente revelación de laboratorios estadounidenses en Ucrania es solo la punta del iceberg del «imperio militar biológico» de Washington en todo el mundo.

Usando pretextos como cooperar para reducir los riesgos de seguridad biológica y fortalecer la salud pública mundial, EE. UU. tiene 336 laboratorios biológicos en 30 países bajo su control. Incluso ahora, sigue siendo un misterio lo que Estados Unidos ha hecho en sus 336 biolaboratorios en todo el mundo. En 2010, EE. UU. se disculpó por los experimentos con sífilis en Guatemala.

En varias ocasiones, estallaron protestas violentas contra un biolaboratorio estadounidense en Busan (Corea del Sur).

El mundo necesita urgentemente saber qué ha estado haciendo Estados Unidos en estos 336 laboratorios, así como si las actividades están de acuerdo con la Convención sobre las Armas Biológicas.

Si los políticos del país norteamericano se limitan a tratar los llamamientos de la comunidad internacional como «desinformación», nadie sabrá nunca lo que se desencadenará de la caja de Pandora de los biolaboratorios estadounidenses.